miércoles, 2 de noviembre de 2016

¿SER FEMENINA?

Últimamente me quedo mirando descaradamente a cualquier mujer sin maquillaje o a cualquier mujer que luzca sus canas con orgullo. Me parecen tan bonitas todas y tan envidiables. No sé si me estoy haciendo mayor, lo cierto es que siento que contemplo una belleza resplandeciente cuando me encuentro ante semejante naturalidad versus la película de terror que veo en cualquiera que lleve las cejas pintadas, por poner un ejemplo.

Recuerdo cuando encontrarte con gente así daba lugar a comentarios del tipo “se podía poner un poquito de coloretes para quitarse la mala cara” o “le voy a regalar una cajita de Farmatint”. Yo misma no he salido de casa sin maquillaje durante años, ¡qué vergüenza! Qué vergüenza no cumplir un canon que ni yo misma sé quién instaló en mi mente, ni cuándo ni cómo. Qué vergüenza no hacer lo posible por ser “perfecta”. En eso consiste lo de maquillarse, ponerse tacones y llevar un pelo Pantene: en ser “perfecta”. No te engañes con “yo me arreglo para mí”. No, verás, tú te arreglas porque tienes la creencia de que eso te hace mejor, más fuerte, más atractiva, y como tienes esa creencia, crees que tu autoestima se refuerza así. Tú te arreglas porque así llamas la atención y llamar la atención es aplauso, y el aplauso hincha el ego.

Es complicado y al mismo tiempo no se puede criticar esto sin ser consciente de que todos somos culpables de lo que está sucediendo, todos. Porque, para empezar, a la mujer se le presupone la misión de alegrar la vista al varón, “la mujer tiene que lucir bonita”, “la mujer tiene que ser femenina”. ¿Qué es ser femenina? Porque si eso incluye gastar un dineral en mascarillas para el pelo, laca, gomina, tintes, planchas del pelo, tenacillas, máscara de pestañas, delineadores, coloretes, base de maquillaje, maquillaje, pinceles varios, pintalabios, sombras de ojo y color para las cejas, ¿esto no suena más a ayudar a que cierta industria se enriquezca? Si además todo esto está al servicio del gusto de los hombres, esto es ser masculina, no femenina, ¿no? ¿Me explico?

Es complicado, lo sé. ¿Estoy diciendo que nos pasemos el día en chándal despelucadas? No, estoy diciendo que no pasa nada por hacerlo y que ser femenina creo que debe ser algo como ser fiel a nuestro sexo, a las peculiaridades que por naturaleza tenemos. Por ejemplo, dejar de maldecir nuestro ciclo menstrual, aceptarlo como un regalo que nos diferencia del otro sexo y que crea vida. Empoderarnos de otra manera, porque somos poderosas, pero cubiertas de mierdas químicas (sin mencionar los animales que mueren para que nos veamos más bonitas) ya no lo somos tanto, en serio.
Ayer leía esa frase que decía algo así como cuántas empresas quebrarían si a las mujeres nos gustara nuestro cuerpo. ¿Puede haber mayor verdad en esto? Y sin embargo, yo me pregunto si se puede llegar a amar nuestros cuerpos viendo tanta televisión como vemos. Y no me soltéis lo de “yo es que lo veo todo online”. Con televisión me refiero a todo: Netflix, You Tube o Telecinco, ¡da igual! ¿Se puede así? Pregúntate si puedes pasarte un mes completo sin maquillaje y sin tacones porque la respuesta tiene mucho que ver con tu vida en general, con lo que te hace feliz o infeliz, seguro.

Sí, es complicado, pero está todo en nuestra cabeza, no lo olvidemos, y todos somos culpables, no echemos balones fuera, hombres y mujeres.

¿Qué me decís del porno? Esto merece un capítulo aparte. Hay un estudio que confirmaba que los hombres jóvenes en Estados Unidos se sentían insatisfechos al tener sexo y satisfechos al masturbarse delante del ordenador con cualquier vídeo porno. Es como si lo de verdad ya no sirviera ni para lo más básico.

He tenido la experiencia recientemente de pasar 45 días con una cola, lo peor de mi armario, chanclas y una raya pintada en los ojos una vez por semana a lo sumo. Nada más. Ahora todo lo extra que me pongo en la cara me molesta, incluida la protección solar. Nunca imaginé que esto podría sucederme a mí, la reina del make-up. Vaya pedazo de terapia …

Lo cierto es que nada que podamos añadirle a nuestros cuerpos va a hacer que suba nuestra autoestima, que nos aceptemos, y esto se acaba notando y acaba en frustración. Da igual cuánta silicona nos pongamos en las tetas, al final nuestra falta de amor a nosotras mismas siempre nos acaba encontrando en los peores momentos de nuestra vida para pedirnos explicaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario