viernes, 25 de noviembre de 2016

EL GUAPO

Tiene 71 años y en su pueblo, Calotmul (México), le dicen "El guapo". Cada mañana coge un taxi desde allí a la ciudad de Valladolid para pasar el día pidiendo por las calles. Es un taxi compartido que va y viene cada día al conjunto arqueológico maya de Ek Balam desde Valladolid. "El Guapo" no puede pagarlo pero el taxista es maya, como él, y lo lleva gratis cada mañana y lo recoge cada tarde aprovechando las idas  y vueltas de los turistas a esa zona. Me siento a su lado y me recibe con una sonrisa de un sólo diente y un "buenas tardes, señorita", mientras el taxista, un bromista nato, me dice "acaba usted de conocer a "El Guapo", es su día de suerte" y se ríen todos, incluido el protagonista. El taxi es como un bar o como el Bershka, con la música a tope.

"El Guapo" me hace un "tour" gratis durante el trayecto: A veces me señala con el dedo para que yo no me pierda un poblado en la carretera, un perro, una señal indicando cómo llegar a cualquier otra población, y no añade nada más. Yo miro todo lo que él me señala, soy como una chiquilla que acaba de llegar al mundo. Otras me explica cosas que no siempre entiendo. El taxista le dice en lengua maya que me hable más claro. Tiene un acento fuerte. El taxista me va explicando cosas sobre él, me dice que no habla bien el español y que además con tan sólo un diente se le entiende menos. Me cuenta que siempre trabajó en el campo y "El Guapo" que lo escucha, me pasa los callos de sus manos deformes por las mías para ilustrarme. No me da asco, está muy limpio, huele bien, me da ternura. El taxista me explica que tras tantos años de trabajo le queda el equivalente en pensión a 35 euros mensuales y que por eso lo lleva cada mañana a pedir limosna a la ciudad, "no tiene mujer, sabe usted, está solo pero todo el mundo le ayuda, porque es muy bueno y somos mayas, los mayas nos ayudamos."
Me fijo bien y le digo que tiene la piel de un niño y el taxista replica "¡pues claro, pues no le digo que es El Guapo!". Le digo al susodicho que ha tenido que ser muy guapo, él me dice que sí y se ruboriza. Todos nos reímos. Me pregunta si voy a Ek Balam, le digo que sí y se señala el pecho, como quien señala algo suyo con orgullo, de su gente.
A veces me mira fijamente, me observa, para él mi aspecto es diferente. Yo lo miro, él se siente pillado, sonríe con su único diente, con una sonrisa de niño total y agacha la cabeza como haciendo una reverencia, con respeto.

Llega mi parada me da la mano, me dice que ha sido un gusto conocerme y me desea mucha suerte en la vida y yo me doy cuenta de que estoy recibiendo un regalo, uno de esos que sólo la gente humilde te sabe dar, gratuitamente, sin tener nada y, a la vez, teniendo mucho más que nosotros. Le aprieto su mano fuerte. "Suerte para usted también, y que siga tan guapo". Todos se ríen. Yo lloro.

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