Dicen que recibes lo que das, que te conviertes en lo que crees y que puedes conseguir lo que pides si lo pides de verdad. Pero claro, eso que recibimos no suele ser el billete de lotería premiado del anuncio, al pedirte un café por la mañana. Todos los días podemos recibir cosas bonitas que son mucho menos grandilocuentes.
El otro día almorzamos unos amigos y yo en un restaurante marroquí. Pedimos un tupper para llevarnos cuscús porque había muchísimo y no podíamos más y, total, lo iban a tirar. Al doblar una esquina un señor con un cartel: "tengo hambre, gracias". Yo llevaba el tupper así que, sin consultar con mis comensales, directamente se lo di. Todos nos miramos con cara de "es lo que correspondía hacer, nos parece bien".
Hoy fui al gimnasio para nadar, hoy necesitaba más que nadar, bucear, esa sensación de estar debajo del agua tan placentera, y luego jacuzzi y no mirar el reloj, no pensar, ni pre-ocuparme de nada. Al llegar al gym, taráaaaan, no llevo el bañador. En voz alta dije "se puede ser más tonta, venir a nadar y no traer bañador". Por arte de magia una chica que, curiosamente resultó ser marroquí, me oyó y me regalo un bañador azul. Me dijo que era talla S, que le estaba apretado y jamás lo había llegado a usar. Le di dos besos, me presenté y le conté que en semana y media estaré en su país de vacaciones. Charlamos brevemente y me giré hacia una chica que no conozco y le dije "una completa extraña me regaló justo lo que yo más necesitaba hoy" y ella me dijo "Enhorabuena". Pues sí, justo eso, "enhorabuena" porque hoy justamente creo que además lo necesitaba más hasta que almorzar este medio día o que dormir ahora mismo.
La vida nos da muchas cosas bonitas que ansiamos, pero si no abrimos los ojos nos las perdemos y, lo que es peor, no sabemos dar gracias por ellas, ni ver en días ordinarios días extraordinarios, por eso no somos felices, cuando la felicidad, a veces, es sólo una cuestión de abrir bien los ojos.
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