Nunca es el momento.
¿Cuándo es el momento de ser valiente? ¿Mañana? ¿En un año?
¿En unos meses? ¿Cuál es la señal que te envía el universo? ¿Es visual? ¿Auditiva?
¿Hay un libro de instrucciones para esto? “Libro de instrucciones sobre cúando
saltar del tren en marcha”. ¿Y si salto y me mato? No sé, ¿por qué no da
alguien el pistoletazo de salida?
Nunca es el momento.
¿Cuándo es el momento de amar de verdad? De ese amor hacia el
ser que alguien es y no a lo que suscita en nosotros, no a nuestro ego crecido
porque alguien nos hace sentir bien. ¿Cuándo es el momento de amar a un ser en
su libertad? En esa libertad que quizás es estar para siempre lejos de ti.
¿Estamos preparados para amar de verdad?
¿Cuándo estás preparado para despedirte de tu madre? ¿De tu
padre? ¿Cuándo ya son mayores y ya han vivido lo suficiente? ¿Cuándo es “vivir
lo suficiente”? ¿Hay una batería que te avisa como la del móvil, que pita? ¿Una
voz en off que dice “enough”?
Nunca es el momento.
¿Cuándo es el momento de ser madre? ¿Cuándo tienes un
trabajo estable y un marido con trabajo estable? ¿Cuándo no tienes nada de eso
pero el reloj corre? Tic tac, tic tac. Se agota la creatividad de tu vientre.
¡Que no llegas! ¡Corre que ya toca! ¿El qué toca? ¿Pero quiero?
Nunca es el momento. No lo esperes. No hay avisos, no hay
toques de queda, da igual cuánto lo ensayemos, lo pensemos, es más, no lo
ensayemos, no lo pensemos. Vivamos desde la improvisación, desde la intuición, porque
todo llega igualmente. Escuchémonos más, vivámonos más, comuniquemos más, amémonos
más, abracémonos más.